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  • Foto del escritorSergio Saad

DULCE OFELIA

Ofelia es la hija del consejero del rey.

El padre de Ofelia es un hombre muy poderoso. El poder de Polonio perdura más allá de los reyes.

Polonio muestra a Ofelia, como el motivo de la locura de Hamlet. Explica la enajenación del príncipe, a través del amor no correspondido de su hija.

Es una mentira peligrosa. Pero como los reyes la creen, Polonio continúa con el engaño.

Polonio es claro, le dice a Ofelia que se aleje del príncipe como forma de aumentar su deseo por ella y permitir que él negocie con los reyes cuál será su lugar. Tiene "algo" que los reyes podrían querer. Por consiguiente, hay que aumentar su “valor”.

Podría ser reina casándose con Hamlet.

Pero Laertes, su hermano, no quiere que Ofelia sea un juguete de su padre.

Ni del príncipe.

Laertes ama a su hermana. Tal vez demasiado.

Ofelia no se da cuenta del peligroso triángulo en que se encuentra: Polonio, Laertes, Hamlet.

Los escritos de Hamlet anteriores a la muerte de Polonio, son sinceros. Cuando Hamlet cae en pena, por la muerte de su padre. Y después en furia, por el casamiento de su madre; el príncipe comienza a criticar a "la mujer".

Critica a la mujer por débil. Por tonta. Por superficial. Cuando la sombra le dice que su padre fue asesinado, no puede asimilar tanto dolor. Enloquece con furia.

Ahora odia a su madre. Odia a “la mujer". Pero es más fácil descargar su impotencia en Ofelia. Ella paga por ser mujer. Paga por estar cerca. Hamlet confunde a su amada, con la mujer odiada. La manda al convento. Después al burdel. Es indistinto. Es indistinto, porque Hamlet está inmerso en un grado de delirio; que no puede diferenciar a la pura, de la bruja. O más bien, a la casta de la puta.

En definitiva, su locura hace estallar el amor por Ofelia en mil pedazos.

Pobre Ofelia.

Tenía a un Príncipe que la amaba. Respetado, querido y poderoso. Ella lo quería sinceramente. Era joven y hermosa, se sentía atraída por él. Sabía que era importante que un príncipe se enamorara de ella, en especial para satisfacer la ambición de su padre; pero su felicidad residía en que Hamlet le había declarado su amor.

Polonio entendió que el amor del Príncipe era algo que podía aprovechar. La manipuló y ella no pudo hacer nada. Su hermano tampoco pudo con la ambición de Polonio.

Cuando el príncipe enloqueció, ya no la reconoció. Más allá de la vergüenza y la confusión a que la sometía cuando estaban juntos, el dolor de Ofelia crecía al ver la incomprensible desdicha del príncipe. Porque amaba profundamente a Hamlet.

Lo amaba más allá de su propio sufrimiento.

Cuando su padre es asesinado, todo es confusión para la dulce Ofelia.

Entonces pierde la noción de lo real. Construye un mundo de fantasías que le permite escapar. Y cuando no pudo más... Se cayó del árbol.

Cuando Hamlet regresa, puede describir su enajenación con pasmosa lucidez. Su refugio en la locura ya no era necesario. Pero los hechos son imposibles de perdonar.

La espada envenenada resuelve todo.

Dejando de lado la magia del final, Hamlet muere por amor a Ofelia. Un amor perturbado. El único amor que podía existir entre un príncipe y una cortesana. Eran títeres en la misma obra, la más vista de todos los tiempos. Sufrieron juntos, interpretando cada uno el personaje que le fue asignado. Y lo llevaron hasta la muerte.

¿Quién puede dudar de ese amor?

 

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