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  • Foto del escritorSergio Saad

¿POR QUE ESTE ABSURDO?

Actualizado: 18 sept

En un show de TV, la presentadora le preguntó:


—Tus padres son árabes, ¿verdad? Entonces...¿de dónde has sacado esos hermosos ojos azules?.

—Las Cruzadas —respondió William Blatty.


A finales de los ́60, el New York Times había escrito: "Nadie escribe chistes más divertidos que William Peter Blatty". Pero, "la herencia de este autor cómico es una película de terror", escribió el Washington Post en 2013, cuando se celebró el cuadragésimo aniversario de "El Exorcista".


Si nos guiásemos por su obra; y buscáramos referencias autobiográficas, no podríamos tildar a William Peter Blatty de "demonio". Ni de haber tenido una vida "de terror". Este formidable guionista falleció a principios de 2017, después de haber creado numerosos éxitos. Entre ellos "El caso del inspector Clouseau", primer film de la serie "La Pantera Rosa".


Es un genio. Apenas me atrevo a nombrarlo.


En un reportaje imaginario, como crítico de cine que sería, le hubiera preguntado a William sobre los aspectos autobiográficos de "El Exorcista". Trataría de entender "quién es Karras" y si en realidad, él no hubiera querido ser cura en vez de guionista. Hubiera utilizado mis conocimientos impostados de psicoanálisis, para establecer relaciones entre la figura del demonio y su padre. En definitiva, intentaría relacionar su obra con él, como si fueran lo mismo. En esa misma entrevista; que sería tomando unos tragos navegando por el Río de la Plata, William me respondería:


—Yo no soy ese monstruo. Escribo en primera persona, porque me pongo en la piel de cada uno de mis personajes. Entro y salgo. La niña con la cabeza que da vueltas, no es mi hija. La que le vomita en la cara a Karras, no es mi sobrina. Ni mi vecina. Y si lo fuera, sería asunto mío. La forma cómo creo los personajes es una cuestión mía; es mi negocio.


Ante mi sonrisa de crítico satisfecho por haber provocado al entrevistado, él me diría:


—Me gusta que la gente se entretenga con mis historias; incluso gente como vos, que me juzga por lo que escribo, y morbosamente quiere más... Además sos tan ignorante, que ni siquiera sabés dónde queda el Río de la Plata.


Entonces, ofendido, me levantaría y me iría. Pero enseguida me daría cuenta que no puedo "levantarme e irme"; porque estoy en un barco en el medio del río. Entonces no me quedaría otra cosa para hacer, que reflexionar el resto del viaje. Y llegaría a la conclusión que esas cosas que escribe, "de algún lado salen". Me asustaría del escritor con quien estoy a bordo y juraría que nunca más me subiría al barco de alguien que no conozco. Menos aún, con algunos tragos de por medio.


Pero... ¿Por qué este absurdo?


Porque la frase "de algún lado salen" tal vez tenga algo de cierto, pero la construcción de un personaje, de un cuento, incluso de un ensayo; es el producto intelectual de una persona que rompió con la barrera más difícil, la censura más feroz: la censura que se impone a si misma.


Esa represión, es lo más difícil de vencer a la hora de escribir.


Una vez saltada esa valla, puede suceder que cuando uno se proponga hacer reir, esto no

ocurra. Y simplemente, entristezca. O genere llanto. También puede pasar, que cuando

uno haya querido emocionar con una anécdota, o con un personaje, surjan carcajadas

devenidas del absurdo... Pero esa es otra cuestión.


Todos tenemos "contenidos propios". Están dando vueltas en nuestras cabezas, por años. Situaciones, historias, personajes, leyendas; en definitiva, experiencias. Las editamos, sin

darnos cuenta, una innumerable cantidad de veces. Cuando finalmente son escritas, quedan.


Quedan para uno. Y quedan para los que se aventuren a leerlas.


Quedan... Con la esperanza que resulten entretenidas.

 

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